Redacción deportes, 15 mar (EFE).- El Liverpool se reencontró, tres jornadas después, con la victoria en el campeonato inglés, tras imponerse este lunes por 0-1 en su visita al campo del Wolverhampton, gracias a un gol del portugués Diogo Jota, exjugador de los “wolves” en el tiempo de prolongación de la primera mitad.
Un partido que quedó ensombrecido por la lesión del portero portugués de los «wolves», Rui Patricio, que tuvo que abandonar el campo en camilla tras sufrir una conmoción cerebral como consecuencia de un golpe en la cabeza de su compañero Conor Coady, que obligó a atender durante casi quince minutos al guardameta internacional luso sobre el terreno de juego.
Percance final que no impidió a los de Jürgen Klopp lograr una balsámica victoria que permite aliviar la situación clasificatoria de un Liverpool que tan sólo había sumado tres puntos, ante el colista, el Sheffield United, en sus últimos siete encuentros ligueros.
Sin embargo, pese al triunfo, en poco o nada se parece este Liverpool al vibrante equipo que se proclamó el pasado año campeón de la Liga inglesa y no sólo por su retrasada situación en la tabla, distante a veinticinco puntos del líder, el Manchester City, sino, sobre todo, por su forma de jugar.
Del atrevido conjunto que no dejaba de percutir una y otra vez sobre el área rival, se ha pasado al precavido equipo, que este lunes no dudó en dejar de partida la iniciativa a los locales, en espera de poder sorprender al Wolverhampton al contraataque.
Un planteamiento que a punto estuvo de dar sus frutos a los de Jürgen Klopp a los trece minutos en un mano a mano ente Sadio Mané y el portero Rui Patricio, que el delantero senegalés no supo resolver.
Y es que en eso tampoco se parecen estos “reds” al de la pasada campaña, en la que Mané hubiera convertido probablemente esa jugada en gol.
Si los problemas defensivos que ha sufrido este curso el Liverpool pueden achacarse a las lesiones, en especial, a la ausencia del central neerlandés Virgil van Dijk, lesionado de gravedad el pasado mes de octubre, más difícil explicar el bajo rendimiento del antaño voraz jugador africano.
De hecho, Mané, que sí logró anotar la pasada semana ante el Leipzig en la Liga de Campeones, no marca en el campeonato inglés desde el pasado enero,
Una “sequía” de ocho encuentros ligueros consecutivos que el atacante senegalés se empeñó en prolongar el rematar fuera de cabeza a los 38 minutos en centro de Trent Alexander-Arnold.
Quien no falló fue el portugués Diogo Jota, una de las pocas buenas noticias del Liverpool esta campaña, que firmó el 0-1 en el tiempo de prolongación de la primera mitad, al culminar una contra trenzada por Mané y el egipcio Mohamed Salah.
Todo un problema para el Wolverhampton, un equipo que se siente más cómodo cuando no tiene que llevar la iniciativa del juego y poder sorprender a sus rivales a la contra.
Tal y como dejó ya claro en el tramo final del primer tiempo, en el que los del portugués Nuno Espirito Santo fueron poco a poco cediendo el balón al Liverpool para aprovechar la velocidad de sus jugadores de ataque.
Pero obligados por el resultado, los “wolves” dieron un paso hacia adelante y a punto estuvieron de igualar la contienda a los cuatro minutos del segundo período en un remate de cabeza del central Conor Coady.
Ocasión que pareció animar a los locales que buscaron con insistencia, aunque sin ser capaces de crear auténtico peligro, el área del Liverpool.
Una circunstancia que permitió a los del alemán Jürgen Klopp gozar de los espacios necesarios para tratar de finiquitar la contienda en alguna contra.
Sentencia que tuvo en sus botas hasta en dos ocasiones el egipcio Mohamed Salah, que si a los 80 minutos se topó con el portero Rui Patricio, cinco minutos después vio como el colegiado le anulaba un gol por un milimétrico fuera de juego.
Una jugada en la que el central Conor Coady en su intento de evitar el tanto golpeó con la rodilla en la cabeza a su compañero, el guardameta Rui Patricio, que quedó conmocionado sobre el terreno de juego, en el que fue atendido durante casi quince minutos antes de abandonar el campo en camilla.